Mañana, está previsto que el Parlamento Europeo apruebe un informe clave para que todos los productos textiles vendidos en la Unión Europea sean sostenibles, con vistas a cumplir los objetivos del Pacto Verde y reforzar la justicia social.

La producción textil mundial casi se duplicó entre 2000 y 2015, y se prevé que el consumo de ropa y calzado se dispare en un 63% de aquí a 2030. En la Unión Europea, el consumo de productos textiles, la mayoría de ellos importados, ya ocupa el cuarto lugar en cuanto a impacto en el medio ambiente y el cambio climático, tras la alimentación, la vivienda y la movilidad. Además, el sector textil es conocido por ofrecer unos salarios bajos y unas condiciones de trabajo injustas. Por tanto, en opinión del Grupo S&D, la creación de una industria textil sostenible resulta fundamental para la transición justa de la UE hacia una economía circular y climáticamente neutra de aquí a 2050.

En marzo del año pasado, la Comisión Europea presentó una estrategia integral destinada a garantizar la durabilidad, reparabilidad y reciclabilidad de los productos textiles que entran en el mercado de la UE. El Parlamento Europeo, bajo el liderazgo de los Socialistas y Demócratas, no solo aprobó esta estrategia, sino que también elevó considerablemente el nivel de ambición. Cabe destacar en especial su llamamiento a la Comisión Europea y al Consejo para que pusieran fin a la moda rápida, establecieran objetivos climáticos y medioambientales específicos para el sector textil, y, al mismo tiempo, respetaran las normas sociales. Estos objetivos vinculantes deberían abarcar la prevención, la recogida, la reutilización y el reciclado de residuos, así como la reducción de las emisiones de CO2 y el establecimiento de unos objetivos de reducción de la huella hídrica obligatorios, además de atajar las prácticas de compra perjudiciales.

Delara Burkhardt, eurodiputada del Grupo S&D y ponente del Parlamento Europeo sobre esta cuestión, ha declarado:

“Debemos acabar con el modelo de moda rápida que explota tanto a las personas como los recursos finitos del planeta. La UE tiene que aplicar prácticas sostenibles a través de la legislación y establecer objetivos climáticos y medioambientales vinculantes para la industria textil. El bienestar de las personas y el planeta prevalece sobre el afán de lucro de la industria textil. Los desastres del pasado, como el trágico derrumbe de la fábrica Rana Plaza en Bangladés, las crecientes montañas de basura en Ghana y Nepal, la contaminación del agua y la abundancia de microplásticos en nuestros océanos, deben empujar a la UE a actuar con rapidez para poner fin a la moda rápida y garantizar la sostenibilidad de todos los productos textiles”.

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