Muchas gracias por hacer de este día una realidad, un día que recordaré por el resto de mi vida. También recordaré todo lo que hemos vivido juntos en los últimos cinco años: nuestros ideales, nuestras victorias, nuestras risas, nuestras lágrimas y, sobre todo, el afecto de todos los compañeros y compañeras que me han acompañado en este viaje.
Amigas y amigos, hoy no vengo a esta reunión solo en representación propia. Hoy, como todos vosotros, vengo a representar al grupo socialdemócrata del Parlamento Europeo. Hace unos días, os pedí que no olvidarais que representamos a la socialdemocracia: la más grande y noble de las ideas, la única ideología que puede liberar al oprimido y ayudar a la humanidad a avanzar hasta cotas todavía inalcanzadas.
Estos últimos días, me he estado haciendo la misma pregunta que me planteé por primera vez antes de afiliarme al Partido Socialista Obrero Español: ¿Cuáles son nuestros ideales? ¿Están mejorando nuestra situación personal y la de nuestros hijos? No, queremos más.
Queremos que las personas que se pasan toda una vida trabajando vivan bien, no en la pobreza.
Queremos empleos seguros y bien remunerados que no supongan un obstáculo para la competitividad de la economía, sino que sean pilares de esta.
Queremos educación, sanidad y vivienda para todos y todas, no solo para unos pocos privilegiados.
Queremos que haya ciencia y arte para todos, no solo para una selecta minoría.
Queremos luchar contra el cambio climático y lograr un crecimiento sostenible sin dejar a nadie atrás.
Queremos una sociedad digital, pero que respete los derechos y los intereses de las personas.
Queremos vivir en una sociedad en la que hombres y mujeres sean iguales, y en la que las personas puedan ser quienes deseen ser, sin importar su origen social.
En resumen, queremos poner fin a toda forma de injusticia. Amigas y amigos, representamos a las fuerzas que conforman el grupo socialdemócrata y, por lo tanto, estamos obligados a llevar nuestras ideas a todas partes.
Estoy segura de que recordáis que, no hace mucho, se decía que la socialdemocracia no tenía futuro, que la ciudadanía ya no compartía nuestras aspiraciones, que nuestros principios y valores se habían diluido con el individualismo, e incluso que no se nos distinguía de los conservadores.
Amigas, amigos, las emociones que ahora invaden mis sentimientos no me impiden ser consciente del momento que estamos viviendo. Ser la presidenta del Grupo Socialdemócrata en el Parlamento Europeo es un gran honor y una enorme responsabilidad, una labor que solo podré realizar con la ayuda de los hombres y mujeres que me acompañáis en esta gran familia socialdemócrata.
