Si continuamos como siempre, para 2050 necesitaremos el triple de recursos de los que utilizamos ahora – Karmenu VELLA, Comisario Europeo de Medio Ambiente, Asuntos Marítimos y Pesca.

Los patrones económicos y de consumo actuales se basan en un modelo lineal que consiste en «tomar, fabricar, desechar», con un principio de «rotación rápida». Numerosos dispositivos, especialmente los teléfonos móviles o las tabletas, se diseñan para ser sustituidos —y, de este modo, no utilizados y a menudo desechados— transcurridos solo dos o tres años, bastante antes de su tiempo de vida útil previsto. Esto provoca que algunos recursos esenciales sean cada vez más escasos y caros, al tiempo que es probable que el aumento del volumen de residuos y de contaminación suponga una amenaza para la salud y el bienestar.

No hay duda de que la economía europea y los patrones tradicionales de consumo no pueden continuar de este modo. En la actualidad, la tierra tarda un año y medio en regenerar los recursos que extraemos y utilizamos a lo largo de un año. Y la competencia mundial por materias primas raras de importancia estratégica, difíciles de conseguir o que no están disponibles en Europa, va en aumento. Para garantizar nuestro propio bienestar y conceder a los ciudadanos de los países en desarrollo, así como a las futuras generaciones, la posibilidad de disfrutar de las mismas ventajas que nosotros, debemos empezar a actuar dentro de los límites de nuestro planeta, y desvincular el crecimiento económico de la utilización de los recursos. La solución es una economía circular, en la que los productos se diseñan para durar y se pueden reparar, reutilizar, reciclar, desmontar y transformar y en la que los componentes perjudiciales, sintéticos o con base fósil se sustituyen por alternativas biológicas. Aumentar la capacidad de resiliencia de Europa ante la creciente demanda mundial de recursos naturales es un imperativo del siglo XXI.

Es esencial lograr una transición de la industria hacia un sistema económico con buen funcionamiento en el que los materiales se extraigan, reutilicen y reciclen de manera sostenible con el fin de limitar la cantidad de materias primas vírgenes que «entran» en el ciclo y los desechos del final de la vida útil que «abandonan» dicho ciclo. A escala europea, un aumento del 30 % en la productividad de los recursos para el año 2030 proporcionaría un aumento del PIB de casi el 1 % para dicha fecha, crearía más de dos millones de empleos adicionales y nos pondría en el camino de una Europa más eficiente con respecto a los recursos, que se beneficiaría de ventajas medioambientales, económicas y sociales conexas. La reducción de la extracción de materias primas aliviaría la carga sobre el medio ambiente. Cada vez es más evidente que existe un límite de crecimiento en términos de disponibilidad de los recursos naturales. Esto significa que las empresas deben responder a una escasez cada vez mayor de recursos naturales. De este modo, la reutilización, el reciclaje y la transformación reducen la presión, desde un punto de vista empresarial, sobre la competitividad, los beneficios y la estabilidad y continuidad del negocio.

La sociedad en su conjunto y los ciudadanos se beneficiarán de una economía circular. Ofrecerá nuevas oportunidades para adquirir servicios en lugar de productos (cambiando de este modo el concepto tradicional de propiedad), creará acuerdos avanzados de leasing y alquiler y colocará a los consumidores en posición de tomar decisiones informadas y responsables relativas al consumo.

Por tanto, la UE necesita iniciar sin demora la transición hacia una economía circular para garantizar el crecimiento sostenible, la resiliencia, la protección del clima y la biodiversidad, la competitividad y la creación de empleo, y contribuir al objetivo del 20 % de reindustrialización en la UE.